domingo, 5 de diciembre de 2010

COMPETIR (1ra parte)

Recuerdo que la primera vez que competí fue en un torneo interescolar de atletismo en el antiguo estadio de La Florida. Corrí por 800 y 1500 metros planos y debo haber tenido doce o trece años. No gané… sin embargo, mi recuerdo en retrospectiva me trae dos elementos: la cantidad de gente que había y la polera de nuestro colegio color oro, sin logo ni nada.

Un par de años más tarde, cuando aún estaba en el Liceo, comencé a prepararme en el campus San Joaquín de la Universidad Católica. Iba tres veces por semana, tenía un entrenador, instalaciones de lujo y, supuestamente, un enorme potencial. No corrí en competencia alguna.

En mi actividad profesional y varios años más tarde participé, junto a dos colegas, en un concurso por equipos que consistía en la elaboración de un menú completo, pero tampoco ganamos. Más bien nadie ganó. Sólo entregaron dos segundos lugares y uno de ellos éramos nosotros.

La verdad, en ese momento me decepcioné de los concursos o competencias, principalmente porque mi trabajo fue el mejor, al menos eso pensaba yo y un grupo importante de chefs rivales que estaban ahí en ese instante. Fue la primera vez que ellos veían a alguien combinar un helado con masas crocantes, cremas y otros elementos además de una pequeña estructura de caramelo en un plato de postre… creí merecer el reconocimiento.

Pasaron varios años y harta agua bajo el puente y… cuando más trabajo había en Ecole, me llega una invitación para participar en un concurso organizado por La Academia Culinaria Francesa en Paris, Francia.

Uff, la idea consistía en preparar un cordero y tres guarniciones más salsa, todo montado en un plaquet y luego servido en diez platos. A su vez, debían realizarse diez postres, todo esto en ínfimas 5 horas.

16 países y Chile como debutante. La responsabilidad era grande.

Ariel fue el que me enseñó a despostar el cordero, a realizar las preparaciones, a diseñar el montaje. El postre lo cree muy rápido, pues tenía la gracia de incluir vegetales confitados y me resultaba muy fácil y convincente.

Entrené unas seis veces. Ensayos generales, con todos los elementos simulando las condiciones reales. Seis domingos seguidos, un mes y medio intenso y sin descansos y con la fecha de vuelo encima de mi cabeza. Los buenos deseos de todos y el apoyo irrenunciable de la gente de Ecole, aunque con pronóstico reservado, me inyectaban las energías que tanto necesitaría.

Al llegar a Francia 1 día antes del evento, todo bien, mas nervios como era de esperarse, acostumbrándome al idioma, al horario, mucho cansancio, pero no todo era malo, alojado en el Hotel Concorde, sobre las Galerías Lafayette, en el piso 23 con una vista de putamadre hacia les Champs Elysees, de noche un espectáculo impagable.

En la habitación cuando llegue me esperaba una carpeta con la agenda de esos 3 días, indicando todo, lugares, horarios, vestimenta que debías usar etc., programado para esa misma noche un coctel de bienvenida, donde eran presentados los participantes, en uno de los restaurantes del hotel. Una vez que estaban todos, el Presidente de la Academia Culinaria Francesa Gerard Dupont comienza presentando a los más experimentados, hablando de su curriculum, como cinco de ellos venían de restaurantes europeos de 3 estrellas Michelin, incluso cuando presenta al representante de Francia, era sous chef del hotel Ritz de Paris, e indica que había ganado el mismo concurso un año antes, el resto de mis colegas competidores de lugares de mucho prestigio, casi al final me nombra a mí en una presentación que duro menos que un candy, como diríamos nosotros. Puta que me sentí humilde ante esos chefs que venían prácticamente de la casa de al lado…

En ese momento se sorteo el orden del participación; el concurso se realizaría en dos días, 8 competidores el primer día y 8 el segundo y…. Me toca el primer día, bueno ya estábamos allá, habíamos hecho lo correcto, sabia en lo que me había metido, así que a dormir y a darle no más.

A dormir, me acosté pensando en que me dormiría porque estaba muy cansado, y nada de eso, repasando todo con la luz apagada como mil veces, con lo ojos cerrados, incluso me levante a comprobar cosas y anotar otras como tres veces, hasta que simplemente el cansancio me plancho. Esa madrugada me tuve que levantar como las 5 de la mañana, y salir con los pertrechos hacia el lugar de reunión para luego partir al concurso. Sin embargo, cuando los participantes se comenzaron a reunir en el lobby del hotel, vi que aparecían con carros, maletas, utensilios y mil cosas destinadas a la cocina. Yo, muy por el contrario, con una bolsa con cositas y mi set de herramientas.

El bus salió puntualmente a las 06:00 tal como se había previsto con todos arriba.

2 comentarios:

  1. jejeje, tan chileno tu tio!
    Te echo de menos! Echo de menos todo!
    Hace tiempo que no te leia! Esta muy güena la historia por el momento, continuo mi lectura...

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  2. jejeje, tan chileno tu, tio!

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