martes, 26 de febrero de 2013

A propósito de...


Mi pasión por el fútbol no es secreto y todos los que me conocen saben que donde hay un pelotita dando vueltas trato de jugar o al menos estar  mirando, voy al estadio, a las canchas, veo por televisión.


Hace unos  días  justo luego de la navidad la escuela de fútbol de mi hijo pequeño, Vicente, se jugaba la final del campeonato anual en estadio Monumental, Ah!  Olvidaba mencionar que la escuela de fútbol es la oficial de Colo-Colo de Peñalolén, en esta oportunidad competían por el primer lugar nacional contra de la escuela de Rancagua.  Ahí estaba yo junto a Maximiliano,  mi otro hijo, presenciando los partidos de las diferentes series; de acuerdo a la organización los más grandes jugarían primero dejando a los pequeños para el final, larga espera a pleno sol, a llenarse la cara de sonrisas porque era un día importante.
Cuando le toco jugar a la categoría 2005-2006, la de mi hijo,  él partiría de titular, de último hombre, más bien último niño, si bien esta instancia  es recreativa deportiva, con el tiempo para los niños y para los padres se va poniendo competitiva, afortunadamente  los niños están muy bien guiados y se comportan de forma correcta, los padres también, aunque entre estos no falta el desubicado que empieza a exigir  a los niños  y recibe la reprimenda de los demás asistentes.
La cuestión es que ganaron el partido  con un contundente 5-1,  mi gladiador como  inamovible del campo de juego. Alegría, los niños celebraban y los papas y mamas  con el pecho hinchado.
Desafortunadamente  las otras categorías perdieron todas,  por lo tanto la escuela de fútbol termino segunda en el torneo general. Nada que hacer esperar la premiación y para la casa.

Recuerdo que  siempre  me gusto jugar al fútbol, quizá porque era el deporte más accesible incluso cuando era muy pequeño, entre todos los amigos del barrio comprábamos  una pelota de plástico en el kiosco o almacén, valía $100 entre todos poníamos 10 pesos y teníamos al menos por 2 o 3 días pichangas en el estacionamiento de los edificios donde vivía  en La Florida. Generalmente estos partidos  terminaban siendo sendas batallas donde  se podía ver hasta 15 jugadores por lado, y jugaban todos desde los más pequeños hasta los más grandes,  incluso se volvió casi imperdible un viernes por la tarde con pelota de fútbol oficial, hasta de otros barrios venían a desafiar al este grupo de pichangeros, esta actividad podía durar fácil dos o tres horas, generalmente terminaba con cervezas para los más grandes y bebidas para los más pequeños, sentados ahí en la cuneta de la “cancha”, más de alguna vez termino esta pichanga en una pelea de 10  contra 10, nada tan grave, aunque algunos niños de esa época se convertirían en verdaderos "choros" con el tiempo.  Era así, lo que llaman “tener barrio” hoy, para entonces era simplemente divertirse en la calle jugando a la pelota con  los amigos, a veces no había permiso para salir a jugar, porque había habido una pelea  más intensa producto del calentón de un par de jugadores.
Hasta que tuve mi primera oferta para jugar fútbol en cancha grande, debo haber tenido unos 11 o  12 años. La primera vez me fueron a buscar en una micro hasta mi casa,  toda una sorpresa, imposible no darme permiso, lo raro es que el partido  era de visita en la entonces famosa “Villa O’Higgins”. Recuerdo cuando el entrenador me dijo “de que jugai”, yo no tenía idea de las posiciones en la cancha, y fue mi amigo “El Torito”, quien responde por mi diciéndole “póngalo arriba profe”, al rato, una vez que estábamos equipándonos me acerco a mi amigo y le pregunto que hace un delantero con la camiseta  11 que me habían pasado, hice dos goles ese primer partido que ganamos 3-1. Me hice de muchos amigos muy bravos, que me protegían y aprendí mucho de fútbol, jugué gasta los 15 años en  distintos clubes de barrio, siempre sin poner un peso y con zapatos prestados. Luego ya no me dieron permiso para ir a jugar, porque se puso muy peligroso, al poco tiempo me cambie de casa y comencé a perder contacto.
Retome el Fútbol en el Hotel Carrera cuando hacia mi práctica, jugué mucho porque además el DT- organizador era pastelero y trabajábamos juntos, incluso me regalo los primeros zapatos de fútbol que tuve, luego jugué por el Hotel Sheraton, fútbol y baby fútbol. Ni siquiera soy tan bueno, pero  siempre le pongo  mucho entusiasmo y compromiso. Con el tiempo me dedique a hacer clases, y  porsupuesto a armar partidos con los alumnos y profes, a veces contra otras instituciones. He ganado y he perdido.

Desde hace 10 años juego futbolito unos amigos  todos los domingos, excepto los de febrero,  sin pausa,  con su infaltable tercer tiempo, esta cofradía de pichangeros, desde sus inicios utilizaba como sede el Estadio de la Contraloría en La Florida, hasta el año pasado desde que está siendo remodelado,  y cambiamos la localía a la “altura de Calama”, con este grupo de amigos hemos jugado en diferentes partes, y tenemos desde un triunfo histórico en Mendoza, hasta derrotas por falta de jugadores, el último encuentro fuera de Santiago fue un desafío en El Quisco, en el cual nos empataron con un gol desde fuera del área y más encima nos robaron todo en la cabaña en la cual nos quedábamos. Innumerables anécdotas , asados, sobrenombres, intercambios de opiniones, desacuerdos, patadas,  rabietas, golazos,  jugadas para el registro, por buenas o por malas, niños que  acompañaban a mirar y hoy son titulares, en fin, este grupo tiene de todo, feos y lindos, separados y macabeos, gordos y flacos, lateros y divertidos ,mañosos y conciliadores, si hasta arbitro tiene, eso sí, este juega también. La magia de este grupo  se analiza cada domingo en el tercer tiempo, que es sagrado, incluso si por esas cosas del destino sucede que alguno de los jugadores está lesionado  y no puede jugar,  simplemente asiste al tercer tiempo. Eso es parte de nuestra cultura y está en nuestro ADN.
En Estadio Santa Laura   (año 2011)
Hasta hace poco jugaba en el equipo Sénior del Estadio Las Condes, campeonato de Apertura y Clausura con entrenamientos y partidos oficiales, una liga fabulosa, con un entrenador excelente, con amigos inolvidables, acá estuve 4 años con dos estrellas a mi haber. Lo deje hace un tiempo por incompatibilidad con mi trabajo, se entrenaba y  jugaba en la  semana de noche. Esto sí que se extraña. Cancha grande.

En fin,  acá en Ecole,  no he dejado de realizar los esfuerzos para que la actividad deportiva  sea parte del quehacer  de mis alumnos, aunque últimamente no he tenido mucha continuidad,  hace un par de años inscribimos un equipo masculino en una liga,  y a poco andar se tornó un equipo de “galletas” puesto que los principales beneficiados  no asistían, es así no más la cosa, cuesta armar en “equipo”,  tremendo descubrimiento dirán ustedes. También lo intentamos con la mujeres hasta me las di de entrenador en algunas ocasiones, y lo mismo, falta de tiempo y compromiso en este caso de las participantes.  Seguiremos intentando aunque sea solo ocasional, puesto que para los alumnos es muy importante darle un paseo en la cancha a sus profes.

Para terminar no está de más decir que a Vicente,  en una ceremonia  en enero le entregaron muchos reconocimientos: Una medalla por ser  los primeros en su categoría de todas las Escuelas de Fútbol de Colo-Colo,  otro premio de su escuela por ganar la final,  un regalo de su escuela a todos los niños, un trofeo por ser  “El Mejor Defensa  Escuela de Fútbol  Peñalolén  Temporada 2012” y un trofeo por  “Tener el promedio  de notas más alto en su categoría”. Cumplió 7 años en enero  ¿Orgullo no?

2 comentarios:

  1. Claramente, 2 grandes pasiones y amores, el deporte "Futbol" y el orgullo de ser "Papá", más aún cuando estás dos pasiones te llenan de energia y fortaleza para seguir adelante en los propositos del entorno. Todo eso se proyecta y se percibe. "Felicitaciones, seguir así siempre positivo"

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  2. … cuando me entrevisto la primera vez estaba muy nervioso, recuerdo que preguntaba y yo respondía sus preguntas técnicas relacionado a mi rubro, pero su cara y sus gestos demostraba que la persona para ocupar ese puesto no era para mí. Al termino de la entrevista deje ese viejo sillón que mantenía como reliquia, esa oficina con un aroma extraño mezcla a incienso con café de grano. Le extendí mi mano para despedirme, le dije esa persona que busca para ese puesto soy yo la persona indicada. Creo que esas palabras las acepto, me respondió bien. Ese puesto es para ti.
    Sin darme cuenta comenzó una etapa de mi vida que cambiaria mis malos modales en lo laboral. Fue un periodo corto de trabajo en esa escuela donde logre pulirme aprender y solucionar problemas que pocos enseñan. Fueron retos y retos, consejos, se daba el tiempo para explicarme las cosas para poder comprenderlas en mas de alguna vez lo saque de sus casilla y me llegaron retos fuertes de parte de él. Aprendí sin querer hacerlo como una mula.
    Llego el día que fui expulsado de donde me estaba formando sin darme cuenta. Yo seguía terco como una verdadera mula al paso del tiempo salieron eso frutos esa enseñanza que me daba mi maestro. Aprendí a trabajar en equipo, trabajar bajo presión, a buscar la perfección pero lo más importante que me enseño mi maestro es creer en mí tener confianza en uno mismo. Eso me ha llevado muy lejos y traspasarlos a mis pares.
    Maestro Jorge Ortega hoy me dio mucho orgullo de poder extender mi mano y saludarlo como un caballero que es usted.

    Eugenio Rojas F.

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