lunes, 9 de julio de 2012

Entre fútbol y otras verduras





Hace unos días tuve la oportunidad junto con otros  colegas de participar de un desafío deportivo  en contra de algunos alumnos de Ecole, en esta ocasión un partido de futbolito,  los pronósticos indicaban en un 80% un resultado favorable al equipo de los jóvenes. 
El ímpetu de los alumnos así como su despliegue físico fue la primera observación que realizamos ya estando en la cancha, y fue  afortunadamente lo que mas jugo a favor nuestro, a los 40 minutos estábamos 5-2 arriba, impensado por los muchachos que al poco rato ya estaban retándose entre ellos, cosa que es parte de la actividad,  la situación cambio en el minuto 80 cuando luego de una cantidad enorme de goles perdidos de parte nuestra, nos empataron. Diríamos que nos relajamos, que no estuvimos a la altura, que los errores se pagan, finalmente  que no tuvimos categoría. Para las estadísticas 9-9 final, la recompensa mutua. Luego de 90 minutos en pasto sintético sin pausas, y un ritmo muy acelerado fue sin duda alguna el resultado y la percepción de que el encuentro estuvo muy bueno, con lindas jugadas, con situaciones divertidas, con mas de alguna jugada excepcional. 
Debo comentar, (con modestia por supuesto) que para los alumnos es siempre una sorpresa ver a sus profes que les doblan la edad  aún mostrando  gotas de talento, y un rendimiento físico acorde. Generalmente terminan considerando que la experiencia les jugo en contra. 
La cosa  en que entre  tanto futbol, situación que se repite cada viernes en las canchas del complejo  palestino, más que hacer deporte (que por si solo esta muy bien), se comparte, se disfruta, se establecen relaciones, se conoce a la gente, se gana respeto, también es muy fácil perderlo por un calentón momentáneo, cosas del fútbol diríamos,  también  se construye el carácter, las confianzas, la autoestima, etc.  porque nunca perdemos la perspectiva de que somos  referentes para los alumnos y aún fuera de nuestro lugar de trabajo somos su chefs instructores.


Curso DS-30
También hace unos días estuve compartiendo con un montón de chefs, muchos de ellos con trayectorias envidiables, otros recién escribiendo las primeras páginas en su historia. El tema  de la convocatoria:  de que forma los chefs pueden aportar a la identidad de la cocina chilena y  realizar  su unificación a lo largo del país. Me impresiona, que cada vez  que  participado de estas actividades, me encuentro con tan buenas intenciones. Querer aportar desde el propio quehacer del chef, al crecimiento, al desarrollo, a la calidad de la gastronomía, al mejoramiento en la formación de nuevos profesionales. Un  sinfín de buenas intenciones. 
Hay que construir por cierto, tarea muy compleja y difícil, todos estamos de acuerdo que solos no lo podemos hacer, que  agrupados, coordinados los esfuerzos son mas y mejor aprovechados, que el mensaje llega de mejor manera, que se obtiene una serie de vías adicionales para lograr estos objetivos. El tema esta en la mesa, las intenciones son claras, los egos cada vez mas escondidos, las pasiones encendidas eso si..  uf..  de eso hay mucho, pero siempre en un afán constructivo, nosotros mismos y me incluyo,  tenemos la responsabilidad  de no claudicar, y esforzarnos por lograr que esta noble intención llegue a buen puerto, cada uno tiene algo que aportar y transmitir. Lo primero y todos lo tienen claro, es unificarnos, actuar transmitiendo un mensaje coherente y claro, para lo cual la unión hace la fuerza como base elemental del trabajo en equipo.

Los alumnos el día lunes (el match fue el viernes) comentaban el nivel de sus chefs y no podían concebir que no pudiesen haber conseguido un triunfo, por cierto se venia el partido definitorio, seria el viernes siguiente, nosotros simplemente incendiábamos sus propios lamentos, comentándoles que empatar con nosotros para ellos  era una derrota. Mensaje que tenia dos objetivos; el primero de ellos es simplemente atacar el amor propio y a partir de ello concretar el segundo objetivo, a través de la reflexión que provoca el cambio en el punto de vista, esto les  permitiria a ellos una evaluación de los errores que cometieron, con la consiguiente  corrección o modificación en los aspectos que provocaron este rendimiento mas bajo de lo esperado. 
El partido de vuelta estaba agendado y los alumnos ya trabajaban en la estrategia para lograr el triunfo, lo que no significa obligatoriamente que les funcione.

En la vida profesional uno posee oportunidades muy limitadas de realizar cosas constructivas, enriquecedoras, de regalar el aprendizaje obtenido a lo largo de los años,  este aprendizaje a veces obedece a aspectos técnicos propios de la profesión, en otras ocasiones  se trata simplemente aportar y otorgar algún consejo desde la terraza de la experiencia, desde donde podemos observar y corregir acciones  que facilitaran la toma de decisiones, o la forma de emplear un determinado argumento. Me he dado cuenta que esto es un recurso tanto o mas valioso que la misma técnica o conocimiento en el aspecto de “saber de nuestra pega”, no obstante, nos encontramos con algunos profesionales que lamentablemente no poseen fortalezas en ninguno de los dos aspectos, solo han conseguido acumular historias y acrecentar el curriculum, sin poseer experiencias que les permitan pararse en una terraza sólida, por lo tanto su discurso no es creíble y en muchas ocasiones persiguen objetivos individuales. Chefs que han tenido o tienen protagonismo y que parten hablando desde el  “yo”, y que finalmente no realizan un aporte concreto, y se farrean oportunidades de crecimiento de ellos mismos, y cosa mas grave de los que vienen de mas abajo.

El partido terminara seguramente con un triunfo de los alumnos, pero también con un éxito nuestro, porque además de hacer algo de deporte, también estamos construyendo sobre estos jóvenes, no solo a  ser mejores profesionales, sino  también a ser mejores seres humanos.

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